Ecología y liberalismo

Liberalismo y ecología, ¿condenados a no entenderse?

Hay muchas creencias equivocadas en lo tocante a la posición del liberalismo sobre la ecología. Algunos creen que estos conceptos son opuestos y que la política liberal condenará al planeta a la contaminación sin límite. Algunos también creen que los liberales deben oponerse a cualquier política ecológica.

La realidad es que, ni una ni la otra. Ni el ecologismo va en contra del progreso, ni el capitalismo y los neoliberales tienen la culpa de cualquier problema ecológico que existe. La contaminación sin límites no tiene nada de liberal.

Hay que tener en cuenta lo que señala Xavier Sala-i-Martín en su libro sobre la economía liberal: «una de las funciones del estado liberal es la protección de los bienes comunales». Los bienes comunales son todos aquellos que pertenecen a todos y a nadie en concreto, por lo que están sujetos a que cualquier individuo pueda aprovecharlos.

En este sentido, el aire es uno de estos bienes comunales y cuando una empresa contamina el aire para ofrecer un beneficio en base a la explotación de algo que es de todos, tiene un coste colectivo: la salud. En este sentido, la producción de esa empresa tiene un coste real que no se muestra en el precio y que todos los ciudadanos pagan.

Es ahí donde reside la clave de la teoría liberal: el estado tiene la obligación de buscar una solución, ya que en esta parte falla el mercado. ¿Cuál sería esa solución? Esta es la parte complicada, la más habitual o «sencilla de controlar» sería la aplicación de una tasa, pero para ello habría que computar el coste real de la contaminación.

Pero, ¿qué pasa con los que creen que el cambio climático es un camelo? Aquí nos encontramos otro gran problema. Sin embargo, en muchas ocasiones la solución a la aplicación de ciertas políticas es el sentido común. Es decir, aunque podría pensarse que no está demostrado el efecto del ser humano en el cambio climático, sí que tenemos claro que el riesgo que corremos es enrome, ya que los indicios apuntan a que el clima está cambiando.

Esto debería obligarnos a tomar una postura más conservadora, es decir, proteger aquello que tenemos. Puede que la subida de las temperaturas globales no nos afecte, pero no lo sabemos a ciencia cierta, lo que sí que tenemos claro es que el clima actual nos permite vivir bien, por lo que nos conviene protegerlo.

Sin embargo, esta claro que es imposible aplicar unas medidas de este calibre de hoy para mañana, ya que todas las tasas aplicadas repercutirían en los productos y servicios finales. De hecho, de aplicar estas medidas, las empresas huirían del país, en busca de otros mercados más amables y permisivos, lo que repercutiría negativamente en el paro.

Es por este motivo que se plantea un escenario complicado, en el que las dos partes políticas enfrentadas (derecha e izquierda) deberían encontrar un lugar común, una postura centrada, abandonando las demagogias y los populismo, en busca de la aplicación de políticas liberales que cuiden del medio ambiente.

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